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Mayo/2017

¿Cómo conocen el mundo los bebés?

Desde que está en la panza de su mamá el bebé comienza a chuparse el dedo y nace con lo que se llama reflejo de succión. Después chupa el pezón cuando su madre le da de mamar, luego la tetina de la mema o el chupete y así sigue con los dedos, la mantita, la sábana, las manos de mamá o papá, una tela y un largo etc. Gracias a este reflejo, va aprendiendo que existen diferentes formas, sensaciones, temperaturas y texturas, en definitiva conociendo y aprendiendo del mundo que lo rodea.

Todos los recién nacidos son por naturaleza curiosos, activos y quieren averiguar lo que necesitan para estar bien en este mundo nuevo en el cual se encuentran ahora. Y es que al nacer, se pone en marcha un programa genético que acompaña a cada persona. Sin embargo, la principal guía y el estímulo más poderoso que tiene el bebé para investigar esa realidad que se abre ante sus sentidos son sus padres.

A los 2 meses los pequeños desarrollan una facultad con la que nacen y es la de sonreír. Pero no sólo sonríen porque están con las personas que quieren, sino que además lo hacen para que se acerquen a ellos. Este es uno de los muchos e importantes dones con los que vienen al mundo y que le va a servir para explorar su entorno.
El bebé necesita tener la certeza que sus padres reaccionan a su comportamiento. Solo así tendrá la sensación que se dan realmente cuenta de su existencia y que puede lograr relacionarse con ellos.

Las ganas de “comerse” el mundo
La boca es durante los primeros meses la principal ventana que posee el bebé hacia el mundo exterior. Esto se debe en parte a que es un órgano que está dotado de terminaciones nerviosas que se acumulan principalmente en la lengua.
Por eso van a tomar, chupar o morder cualquier objeto que se cruce en su camino y así experimentar nuevas sensaciones. Cuando encuentra un juguete u objeto que le llama la atención lo agarra y se lo mete en la boca sin dudarlo ni un instante. Luego se lo saca de la boca, lo mira, pero vuelve a metérselo. Esto es todo lo que él necesita para explorar eso que le ha llamado la atención y que le gusta.

La boca es para ellos una fuente de entrada de una gama muy valiosa de información, además de nuevas experiencias. Está explorando e investigando cómo es el objeto de todas las maneras posibles. Además, el examen oral que realizan de cada objeto aumenta la capacidad para más adelante reconocer formas de manera visual; esto se debe a que hay una conexión entre la información de la vista y la oral.

En el futuro podrá utilizar los objetos para jugar pero en edades tempranas sólo los va a querer para explorar, investigar y conocerlos. Pero claro está que no solo se va a interesar por sus juguetes sino que también llamarán su atención objetos tales como: su manito, las manos de mamá o papá, los lentes de los abuelos, y cualquier cosa que se interponga en su camino.

Muchas veces cuando los padres ven que su hijo se lleva todo a la boca piensan que es porque están apareciendo los primeros dientes. Aunque es cierto que presionar contra las encías los objetos que son duros alivia el dolor, hay muchos otros motivos que explican esa fijación oral que tiene el niño que está explorando el mundo que lo rodea.


“Durante los primeros meses de vida, la información que obtienen a través de la boca es la más eficaz, certera y segura que la que puede obtener con cualquiera de los sentidos”


Hacia los 6 meses la investigación que realizan chupando los objetos los conduce a jugar con la voz. Los bebés sienten que pueden cambiar el medio gracias a los gestos y ruidos que realizan, y esa exploración los va estimulando a realizar ruidos con los juguetes y/o objetos que se encuentran dentro de su boca. Les da placer y les gusta esa combinación que surge del ruido que emiten y la vibración que sienten en su interior.

Cuando está llegando al año de vida, podrá explorar sus juguetes y todos los objetos que hay en su mundo de forma diferente. Seguramente en ese momento le va a interesar más moverlos de un lado hacia el otro, llevarlos a otro lugar, apilarlos, guardarlos, más que chuparlos.


Maria Eugenia Vilardo
eugenia.vilardo@gmail.com

Fecha
02/05/2017
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