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Diciembre/2017

La fantasía en los niños

¿Quién no recuerda aquellos momentos mágicos de la niñez donde esperábamos con mucha ansiedad a los Reyes Magos? El nerviosismo, la expectativa sobre los regalos que traerían, la promesa de no dormir esa noche para así poder sorprender a los Reyes en plena tarea. ¿Quién se ha olvidado del ritual de juntar pasto y dejar agua junto a los zapatos para los camellos sedientos? ¿Quién no atesora esos recuerdos?

La fantasía que rodea los sucesos en esta época de festividades está presente en todos los niños, y tiene una función vital para el desarrollo de sus pensamientos, de su creatividad y de su personalidad. La función social y cultural que tienen los rituales en torno a la llegada de los Reyes Magos, del Ratón de los Dientes, de Papá Noel entre otros, es de suma importancia para transmitir valores, enseñanzas, creencias y tradiciones, todo lo cual pertenece al capital cultural de una sociedad y al lugar que, como adultos, damos a la niñez.
A partir de los 2 años y con el surgimiento del lenguaje oral, el pensamiento de los niños se torna simbólico. Esto implica, entre otras cosas, que puede elaborar una representación mental de los objetos, las personas y el mundo que lo rodea. Esto tiene un impacto en el desarrollo de la inteligencia y de los procesos cognitivos en general: la palabra, el lenguaje, le brinda libertad en su proceso de pensamiento y en sus acciones.
Junto con esta transformación en su pensamiento (que pasa de ser concreto a tornarse cada vez más simbólico), el niño va desarrollando otras capacidades cognitivas como la memoria, la imaginación y la fantasía.
La fantasía tiene su mayor desarrollo en la primera infancia, aunque sigue presente a lo largo de toda la vida de una persona. El surgimiento lo podemos observar como dijimos anteriormente, alrededor de los dos años en los juegos de roles de los más pequeños. El jugar a “como si fuera”, es un puntapié inicial para el desarrollo de la misma.
¡La vida de un niño pequeño puede ser muy agotadora! Hay tanto del mundo por aprender: las reglas o normas de su entorno cultural, las emociones que le produce la sucesión de hechos de la vida cotidiana, relacionarse con pares, los límites que le imponen los adultos, la tensión que le genera el impulso, los tiempos de espera, el poder descentrarse de sí mismo para ponerse en el lugar del otro (esto es la empatía).

La tarea principal de la infancia es construir las relaciones interpersonales, comprender lo que lo rodea, utilizando su inteligencia, sensibilidad y capacidad de exploración. Mediando entre el mundo interno del niño con el externo, está la fantasía. Su función en la infancia, se relaciona muchas veces con la de enfrentar miedos que surgen evolutivamente en las distintas etapas. El niño usa su fantasía y crea personajes que pueden ser “buenos”, “malos”, “poderosos”, “atemorizantes” para ir elaborando las angustias que aparecen o los sucesos de su vida cotidiana que los sobrepasan por la carga emocional que conllevan.
Alrededor de los tres años y hasta los cinco aproximadamente es que surgen las fantasías más elaboradas que giran en torno a temáticas tales como hadas, princesas, ogros, duendes, fantasmas, etc. Es también la etapa de creer en los Reyes Magos, de escribir “la carta” con expectativa y mucho deseo.

Creer o no creer
En nuestra cultura, el mito de los Reyes Magos es el nombre por el que la tradición cristiana denomina a los “magos” que tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde Oriente para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza.
Los niños creen en este mito generalmente hasta los 5-6 años. Antes de esta edad, y dependiendo de los relatos que los adultos le hagan, el lugar que tenga en la familia este momento, lo que se transmita al niño, ellos creerán en la existencia real de los Reyes Magos.

La fantasía del niño hace que construya una narrativa lógica y coherente sobre el poder de los Reyes, su existencia, la rapidez con la que viajan por el mundo entero, la capacidad de llevar regalos a todos los niños en una sola noche. Para colmo, los Reyes Magos dejan su huella, la prueba irrefutable de su existencia: cuando amanece el 7 de enero ya no hay agua ni pasto en los platos que fueron dejados, y los regalos son esos que estaban escritos en la carta.
El niño se pregunta y se responde apelando a la misma fantasía. Así pueden surgir preguntas como: “¿Cómo hacen los reyes magos para entregar tantos regalos en una sola noche?”.

El pensamiento de los niños pequeños pasa por alto esta pregunta en su sentido más profundo, ya que no comprenden la simultaneidad que pueden llegar a tener dos o más sucesos, es decir, no logran desentrañar este enigma desde un punto de vista lógico, porque no entienden que puedan suceder hechos de forma simultánea. Están centrados en el aquí y ahora, la noción tiempo-espacio es muy difícil de percibir a esta edad. Es por eso, que frente a esta pregunta, que en general la hace un adulto o un niño mas grande, la respuesta simplemente es “son mágicos, por eso se llaman Reyes Magos”.

Por otro lado, el egocentrismo propio del pensamiento de los pequeños también ayuda a que se mantenga la creencia. Muchos niños ni siquiera se preguntarán sobre esta capacidad de entregar tantos regalos a la vez, estarán centrados en sí mismos, expectantes, solamente de sus regalos. No son egoístas por esto, son egocéntricos y es parte de su etapa evolutiva.

Muchos padres se preguntan si es conveniente decirle a los niños que los Reyes Magos no existen, ya que tarde o temprano lo averiguarán con sus pares. Esto puede ser así, sobretodo a partir de los 6 o 7 años. En general, a esa edad, los niños averiguan por sí solos que esto es un mito y no se sienten “engañados” por sus padres, sino que más bien comprenden el sentido de esta historia y mantienen el secreto para los más pequeños. Antes de esa edad y aún cuando se opte por contarle al niño que los Reyes Magos no existen realmente, el pequeño los creará en su mente, en su fantasía.
Es que la fuerza de la imaginación y la fantasía en los pequeños es capaz de derribar los argumentos más lógicos y las “pruebas” más evidentes de la realidad. En definitiva, creer en los Reyes Magos es una creación más de la fantasía del niño que se unirá a todas las producciones que surjan, y ojala que así sea, durante la primera infancia.


Yohana Sampietro
LIC. EN PSICOLOGÍA PERINATAL
cel. 099749329

Fecha
02/12/2017
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