Primero que nada, hay que recalcar que el niño de dos años suele ser desafiante y va en busca de su autonomía; es la etapa en la cual quieren hacer todo por sí mismos. A menudo rechazan la ayuda del adulto y buscan reafirmar su capacidad de hacer cosas que hasta ese momento requerían de la intervención directa de sus padres.
Por otro lado, el lenguaje empieza a ser una herramienta fundamental para expresar lo que quieren. Arman frases cortas y se comunican cada vez más y de forma más clara. El pensamiento se torna simbólico, es decir menos concreto, comienzan los juegos de roles (jugar a los padres/ a cocinar/ a los doctores). Aun así hay que destacar que en muchos de ellos, prevalece la necesidad de descarga y despliegue motriz en sus juegos.
¿Por qué las mordidas a esta edad?
La boca ha sido desde que son pequeños una zona privilegiada, por medio de la cual han explorado el mundo (observemos un bebé que chupa y explora los objetos con su boca) y esto sigue siendo así en el niño de dos que busca reafirmarse en su entorno.
Como dijimos anteriormente el niño quiere ratificar su autonomía, quiere “dominar” el mundo que lo rodea. Si bien el lenguaje le otorga al pequeño la posibilidad de expresar emociones o necesidades, aún son muy impulsivos en su accionar. Están construyendo la capacidad de ponerse en el lugar del otro (empatía), y poco a poco están comenzando a ser menos egocéntricos. Pero en este camino, no pueden aún dominar sus impulsos y muchas veces morder a otro tiene que ver simplemente con buscar la interacción con ese par.
Las mordidas se dan frecuentemente en el marco de la interacción con sus pares, en la lucha por un objeto a veces, o en la búsqueda de la atención del otro. En ocasiones también se da para explorar la reacción que ese par tiene, es por eso que se quedan mirando cómo llora al que han mordido.
Ahora bien, hay que saber que el niño pequeño que muerde a un par no tiene la intención de hacer daño al otro que es mordido. No existe aún esta capacidad de planificar una acción con este cometido. Y esto es muy importante a la hora de intervenir como adultos, ya que muchas veces el niño que ha mordido se asusta de lo que ha generado en el otro. Debemos por lo tanto, contener a ambos.
¿Qué podemos hacer frente a estas situaciones?
· Intervenir de forma clara interrumpiendo la acción, separando a los niños.
· Contener a ambos. Poner en palabras lo sucedido- “Pepito te mordió porque quería ese juguete, vamos a conversar con Pepito para que vea que eso te duele y que puede pedir el juguete de otra forma”.
· Mostrarle al pequeño que ha mordido que su acción tiene una consecuencia- el dolor del otro- .
· Sugerir alguna forma de “reparar” lo sucedido con el compañero que se mordió (darle un beso, pedir perdón, dejarle el juguete).
· Intentar anticipar estas situaciones aunque en realidad no es fácil esto ya que muchas veces son impredecibles.
“Las mordidas se dan en la interacción con sus pares, en la lucha por un objeto, o en la búsqueda de atención. También se da para explorar la reacción que ese tiene ese par, es por eso que se quedan mirando cómo llora al que han mordido”.
Yohana Sampietro
Lic. En psicología perinatal
