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Marzo/2017

Masaje. ¿Sabías que estimula el cerebro de tu bebé?

En los primeros años, los niños y niñas construyen el entramado orgánico y emocional que utilizarán como insumo en su vida. Para eso, no sólo será necesario alimentar su organismo sino también colmar de emociones su cerebro. Y desde allí es que las primeras experiencias de vida juegan un rol importantísimo, porque el bebé necesita una conexión muy cercana con el otro, que se puede generar a través de las miradas, de la voz, de los abrazos y de los tan relajantes masajes.

El periodo de mayor y más rápido crecimiento del cerebro es en la infancia. Para que se desarrolle saludablemente necesita de nutrientes orgánicos (proteínas, grasas minerales, electrolitos que condicionan el crecimiento celular, el nivel óptimo de hormonas, factores metabólicos de crecimiento) y de nutrientes emocionales (que aporten sensaciones, percepciones) que les darán capacidad de interpretar sus sentimientos y los de los demás, reconocer limites, expresarse. Estos nutrientes surgen del contacto con seres humanos significativos, que le transmitirán su bienvenida al mundo.
Las neurociencias son las que aportan en la relación entre las primeras experiencias de vida y las bases biológicas de la salud. Conociendo nuestra unidad cuerpo-cerebro-mente, tenemos más posibilidades de intervenir en los procesos de educación y crianza de los niños-as.

Arquitectos de la mente
Sin duda la mente controla gran parte de nuestro mundo interior y nuestra interacción con el exterior, lo que pensamos, nuestras creencias tienen gran peso en la forma de resolver situaciones y vivenciarlas.
Cuando el Dr. Jorge Cesar Martínez dice que los verdaderos arquitectos de la mente de un niño son las primeras experiencias, quiere decir que estas vivencias y alimentos afectan el desarrollo del cerebro, repercutiendo en el sistema inmunológico, o sea en la capacidad de resistencia a enfermedades. En la respuesta al estrés, en términos de aumento o disminución de las hormonas que se secretan y en el aprendizaje temprano, la inteligencia emocional, la interacción con el mundo.
Es por todo esto, que en los primeros meses de vida es fundamental que el contacto con el otro sea íntimo, próximo físicamente. El bebé como ser dependiente necesita estar en conexión para que eso le brinde sensaciones placenteras. El recién nacido no logra discriminarse, por el contrario, siente que el otro y los otros son parte de él; por ello es que se lo considera un ser fusionado con su madre.

Mirada. Cuando los ojos de un bebé se conectan con los de sus padres, tiene un correlato en el cerebro, es como si algo se prendiera dentro, se iluminara. Esas conexiones entre lo que sucede afuera y adentro del cerebro es maravillosa: se generan registros o huellas.

Voz. Cuando se le habla al bebé, también se produce todo un trabajo que parte desde el exterior y hace que rápidamente reconozca esa voz de otras, como sucede con la voz materna. Hay un trabajo interno que nace desde un estímulo que generamos en el exterior y tiene ingreso por los sentidos.

Demostración de afecto. Las señales que un bebé recibe de su entorno, tienen efecto, generan sinapsis, uniones, comunicación entre neuronas. Lo que no se recibe también tiene ese efecto de Apoptosis, que es cuando las neuronas no utilizadas se eliminan. Aquellas experiencias de todos los días, estimulan el desarrollo emocional: acunar, cantar, abrazar, la demostración de que es un bebé querido y aceptado, también tiene efecto como el alimento que se le da.

Usar nuestro cuerpo. Estos estímulos sin costos económicos, son muchas veces desvalorizados porque se prioriza la compra de objetos como auxilios (el juguete, la sillita mágica). Lo que debemos revalorar es el poder de nuestro cuerpo, de nuestras manos, nuestra voz, de todo lo que cuentas y lo llevas a todos lados. La experiencia inicial se juega con elementos que están al alcance del cuerpo, porque es la madre que con su rostro, sus manos, su forma de caminar, de aupar, de alimentar, la madre que juega un papel importante.

El masaje infantil
El masaje infantil es una herramienta más que aporta en ese contacto cercano y de calidad. A nivel de la mente, de su sistema nervioso central, enriquece la comunicación sináptica y colabora en el crecimiento del cerebro, porque brinda sensaciones que son recibidas por los sentidos del bebé.
Cuando se logra dar un buen masaje, se conectan las miradas, se toca su piel, como medio de comunicación con el mundo, se aportan esos nutrientes emocionales, vitaminas de ese orden, que le brindan sensaciones placenteras de contacto, que al producirle bienestar y relajación, colaboran con su salud.
Pero también suceden procesos beneficiosos a quien da masaje al bebé. Si la mamá está pasando por una depresión materna, los estudios científicos muestran que el contacto con su bebé, también influye en la disminución de su depresión, porque el dar también produce segregación de hormonas de placer y distensión.
Él bebé actúa sobre el estado emocional de quien está cerca. Y es que hacer el masaje implica un ejercicio previo de relajación del adulto, de preparación con el momento de conexión que se busca crear, por lo tanto esa previa, hace que se tome más conciencia del dar y del recibir hacia los niños-as.
En el masaje son nuestras manos las que se valoran, su potencial de dar afecto, sensaciones, caricias. Y si somos tres, podemos hacer un trencito de masajes y si hay hermanos pueden participar del momento, o tener su momento luego.
El masaje nos reconecta con nuestro primer lenguaje que es sin palabras y de pura sensación a través de la piel. Por eso, la valoración de nuestro cuerpo adquiere mucha importancia en la crianza y en el potencial que tenemos para colaborar con la construcción de la mente y cerebro de nuestros hijos-as.


Maria Soledad Vieytes
Lic. en Psicología
amalteamasajeinfantil@gmail.com

Fecha
02/03/2017
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