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Diciembre/2017

Crecer jugando

El juego como tal es una actividad muy importante para desarrollar la capacidad de aprendizaje del niño, es un medio de expresión y de maduración en el plano físico, cognitivo, psicológico y social.

Desde la gestación en el vientre materno, el feto percibe y disfruta de las sensaciones. Con sus sentidos ya desarrollados, responde al estímulo externo que sus padres proporcionan, ya sean caricias, palabras de amor o música placentera. Cuando nace, esos estímulos se multiplican y se perciben a través de todos sus sentidos, incorporándose el tacto, la vista y el gusto posteriormente. Luces, colores, sonidos, texturas que los adultos referentes se encargarán de presentarles.
Si bien desde que nacen, todos los niños cuentan con un sinfín de juguetes, desde peluches, móviles y sonajeros hasta proyectores y algunos interactivos, no debemos perder de vista que para ellos, nosotros, los padres, somos sus juguetes más preciados. Reconocen nuestras voces y les encanta asociarlas a nuestra cara, con nuestros movimientos, explorar las formas y los gestos, nuestra interacción con él será su mejor plan, su juego perfecto. A medida que va creciendo podemos compartir algunos juegos sencillos, pero que para ellos son muy agradables, como moverles las manos y hacer que sigan el movimiento, cantarle una canción y gesticular con nuestra cara para que observe las diferentes expresiones, emitir sonidos con nuestra boca, un suave soplido. A la hora de dormir, una dulce canción acompañada de un movimiento corporal, será una forma de relajarlo y que se duerma placenteramente.
Juegos de manos también son súper estimulantes para tu bebé, hacer palmas, abrir y cerrar tus manos, moverlas suavemente, elegir canciones que acompañen estos movimientos. Jugar a sacar la lengua, es un juego muy sencillo pero se fascinará con la interacción e intentará imitarte hasta aprenderlo.
Los juegos de contacto corporal son sumamente disfrutables: auparlos, acariciarlos y hablarles a la vez y decirles cuanto disfrutamos de esos momentos. Aprovecha el baño y cambio de ropa para hacerle cosquillas, mimos y besarlo, todo lo irán absorbiendo y quedarán como experiencias de aprendizaje.
El juego se va enriqueciendo a medida que los bebés van creciendo y aparece el lenguaje como facilitador del mismo, desde las primeras palabras hasta cuando son capaces de producir estructuras lingüísticas mayores. De ahí la importancia que los adultos verbalicemos constantemente mientras interactuamos con ellos y cuando les presentamos juegos nuevos. Iremos estimulando las dos cosas al mismo tiempo, el juego y el lenguaje.
Es importante reconocer que hay dos tipos de juegos: el libre y el estructurado.
El libre: no tiene reglas establecidas, predomina la imaginación y la fantasía, tampoco tiene metas fijas. Va cambiando a medida que el niño va imaginando. Al principio podemos estimular este juego promoviendo escenarios para que se convierta en un mago o acercarles bebés y peluches y decirle ahora tú eres el padre. Luego de varias instancias de este tipo de encuentros, desarrolla la capacidad de realizarlo en forma autónoma aunque siempre el adulto con sus intervenciones puede enriquecerlo. Juguemos a la par, desde el lugar de niño.
El juego estructurado: sí tiene reglas externas y una meta, puede estar propuesto por el adulto o seguir instrucciones que están explicitadas. En el caso de ser juegos propuestos por nosotros, es bueno dar pautas concretas y sencillas. Si son juegos de caja o deportivos es importante tener claro que hay un objetivo y es ganar. Esto nos sirve a los padres para trabajar el valor del saber perder, de sacarle la connotación negativa de que esto pase. Son todas experiencias de aprendizaje cognitivo y emocional.


“Jugar para un niño es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo, solo o acompañado de amigos, sabiendo que donde no pueda llegar lo va a inventar. El juego libre es la verdadera necesidad del niño”. (Francesco Tonucci, pedagogo y dibujante italiano)

El juego y los juguetes:
los juguetes acompañan el desarrollo de los niños y son necesarios para estimular sus habilidades, pero no por esto debemos sobrecargar a los pequeños con juguetes sofisticados e interactivos, pantallas y demás. Recordemos que la mejor interacción es la que tienen con nosotros. A través del juego, el niño desarrolla su personalidad y aprende a relacionarse mejor con los demás y con el mundo que lo rodea.
El juego con material inespecífico: es bueno partir de la premisa que tener muchos juguetes no significa que el niño juegue más, sino todo lo contrario. Esto les impide apreciarlos y provoca que se aburran, ya que la satisfacción por ese juguete es momentánea, pasando al siguiente y así sucesivamente.
¿Han observado laguna vez como en ocasiones se divierten más con una tapita de refresco o una caja que con un juguete sofisticado con luces y sonidos? Esa es la iniciativa que debemos fomentar. Que el niño sea capaz de jugar con cosas, que le ponga una intención a ese objeto y lo transforme en parte de su juego. Comiencen a guardar cajas, botellas, pedazos de tela y frascos vacíos de shampoo y cremas, les aseguro que verán disfrutar a sus bebés de un juego rico, súper creativo y donde ellos están siendo los creadores de la función de sus propios objetos. Esto es juego por excelencia.
Les propongo volver el tiempo atrás y hacer el ejercicio de recordar su infancia, seguramente no teníamos ni la mitad de juguetes que tienen ahora nuestros hijos, pero pasábamos horas jugando e inventando. De eso se trata…
Con cajas podemos construir casas, dibujarles puertas y ventanas y ambientarlas para que se sientan cómodos. Podemos usar cajas grandes para que se metan adentro y así jugar a transportarlos o que se escondan.
Con telas armar vestuarios de súper héroes o vestidos para cubrirlos todos, podemos usarlas para escondernos y esconderlos, para hamacarlos entre dos adultos, para arrastrarlos por el piso o simplemente tenderse junto a ellos a leer y mirar un cuento.
Frascos plásticos vacíos de productos tales como cremas, perfumes o shampoo, nos sirven para que el niño pueda acompañar el juego y recrear rutinas y escenas de su vida cotidiana. Jugar a bañarse, a peinarse y vestirse por ejemplo, estas experiencias son fundamentales ya que el niño aprende jugando, por lo tanto mientras juega va incorporando las habilidades para luego desarrollar rutinas en forma autónoma.
Como padres, valoricemos el tiempo de juego y promovamos instancias de creación y disfrute, de juego interactivo con nosotros que somos sus referentes y con sus pares, a medida que van creciendo.

Me despido deseándoles unas muy felices fiestas, un año nuevo cargado de amor, paz y conexión. Felices nacimientos a los bebés en camino, felices adaptaciones a las familias recientes y feliz vida a esos chiquitos que día a día no dejan de sorprendernos con su espontaneidad e impronta.

¡Hasta el 2018!

Fecha
02/12/2017
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