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Junio/2014

Edición Junio Nº131

%u201CAutoestima%u201D que palabra hoy de moda y cómo les preocupa a muchos papás poder saber inculcárselas a sus hijos. Cuando era niña, que yo recuerde, no se hablaba de ese término. Decíamos que teníamos, o no, mucho amor propio o personalidad. Pero, convengamos, es lo mismo.

En esta edición el Lic. en Psicología Álvaro Farías, nuestro único colaborado masculino, se ocupa de contarnos de qué se trata la autoestima, su importancia, y cómo %u201Ctrabajarla%u201D en nuestros hijos ya que su presencia influiría en el normal crecimiento y la sana estructuración de la personalidad. Entonces, a estar atentos, porque la autoestima, según nos explica Álvaro, es ese valor que cada uno de nosotros va teniendo de sí mismo, el reconocimiento de las cualidades y defectos propios. O sea, cómo nos vemos%u201D. Y en todo eso el papel de la mamá, ya puede empezar a influenciar positivamente aún antes del nacimiento, el vínculo empieza desde la panza.

Recuerdo muy claramente cómo viví todos esos asuntos en mi adolescencia, ya que tenía una cuota bastante alta de autoestima. Para bien%u2026.para mal. Soy la hija del medio, quizás eso influía. De alguna manera tenía que marcar mi presencia. En lo deportivo era muy buena, no tanto en lo curricular. Pero al lucirme tanto los deportes eso ya me daba mucho rédito. Recuerdo empujar siempre para adelante, nada me daba miedo. Así fue que en mi adolescencia llegué a ser casi insoportable. Querida por muchos, pero también odiada por otros. En ese contexto jamás olvidaré un episodio en mis primeros años de liceo en una institución católica. Un día una profesora llegó con una encuesta que debíamos hacer en forma anónima respondiendo a quién llevaríamos y no llevaríamos a un viaje con nosotros. ¿Y adivinen qué pasó? Salí la más votada entre las que no llevarían. ¡Qué crueldad! Aquella noche, y a pesar de mi edad, le pedí a mis padres para dormir en el medio de su cama. No paré de llorar. Lo recuerdo clarito.

Pero la idea no era sacar los trapitos al sol ni hacer una catarsis ni terapia con ustedes, sino reflexionar y saber cuál es la cuota ideal de autoestima que nos gustaría que tengan nuestros hijos. Creo que ella va de la mano un poco con el querer ser caprichoso, con ponerse metas y tratar de lograrlas y que las cosas sean como uno quiere. Por eso, si la cuota que una tiene es alta también se sufre. %u201CUn buen día nos caemos del octavo piso ¿y quién nos levanta?%u201D, me dijo una vez una psicóloga que adoro.

Todos nos hemos caído alguna vez, de niños o de adultos. Y acá estamos nuevamente. De eso se trata la vida. De seguir adelante.

Cariños, hasta julio,
Rosina Campomar

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