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Octubre/2019

Día nacional del bebé

El 4 de octubre se celebró en Uruguay el día Nacional del Bebé. En este 2019 el eje temático fue el desarrollo y sus cuidados. Desde 2013 se estableció por ley, que el primer viernes de octubre de cada año será esta celebración.

Esta iniciativa, surgió por parte de la Asociación de Psicopatología y Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia-APPIA, la cual aspiró a instalar el reconocimiento de esta etapa de la vida en el desarrollo de un ser humano, impulsar y conocer iniciativas que tengan como meta el bienestar del bebé y de su familia.
En su exposición de motivos, en el Proyecto de Ley 2011, se planteaba: "El tiempo del bebé es ahora. Los bebés por sí solos no pueden sobrevivir. Buscan conocer el mundo y lo hacen a través de su madre y de su padre. Es un diálogo que posibilita el desarrollo neuronal y condiciona las estrategias básicas con las que se va a relacionar en el futuro. Lo más importante en el bebé, es la madre, el padre y la sociedad, y nuestra responsabilidad es que desde todas las instituciones se apoye y se visualice¨.
Lejos de vincularse a un día comercial, su espíritu es sensibilizar, difundir conocimientos acumulados a nivel científico sobre los/las bebés, promover que a nivel político se construyan más propuestas de protección y prevención de problemáticas en primera infancia.


¿Cómo ha sido la historia de los bebés?
Desde el punto de vista histórico la infancia es reconocida como tal, en el siglo XX. Esto significa que en la época medieval no había una discriminación del mundo de la infancia y el adulto, los niños participaban de las tareas de los más grandes. A nivel de la organización de los hogares no había separaciones, por ejemplo de dormitorios, no había una identificación especifica en la dinámica cotidiana que los entendiera con necesidades y demandas propias especificas.
En la historia de la sensibilidad de nuestro país, el historiador uruguayo José Pedro Barrán, realiza a través de relatos, análisis de registros y documentos, cómo emerge una sensibilidad nueva hacia la infancia, esto es un nuevo sentir, así como su discriminación e identificación como grupo humano con necesidades propias.
En los años 1800-1860 no había un sentimiento especial hacia los bebés, que los reconociera en una etapa especial de la vida. Fue años más tarde que se comenzó a identificarlos como persona, con necesidades propias y diferentes a otros momentos vitales del desarrollo.
Pasó mucho tiempo para que fuese reconocido como sujeto, con capacidad de expresar sentimientos, sentir dolor, tener inclinaciones por personas, cosas, con capacidad de sentir placer, aburrimiento, rechazo y no sólo reducirse a un ser con necesidades básicas a cubrir a fin de su sobrevivencia.
La nueva sensibilidad comenzó entre 1860-1920, donde empieza a ser una preocupación la infancia, desde diversas disciplinas: la salud, la educación, la organización de lo doméstico y de construcción de las casas.
Las recomendaciones a las familias, lo que era bueno hacer, y cómo hacerlo, y la construcción de un saber en manos de las ciencias y no de las familias, va dando lugar a la frase: ¨los niños son el futuro¨. La infancia entonces es vista como una inversión, sin valorar la importancia del presente.
Por otra parte, a nivel europeo surgen autores que persisten, insisten y cuestionan a las convicciones de época, referentes a que los bebés no tenían vida interior, emocional, sentimientos. Estas nuevas visiones emergentes desde el psicoanálisis, dan comienzo a reconocer la interioridad del bebé, produciendo estudios sobre desarrollo humano y cómo éste se construye como tal para su socialización, aprendizaje y vínculos.
Por otro lado, el paulatino reconocimiento a nivel de los derechos de la infancia inaugura la posibilidad de un nuevo orden en pos de su protección y sus vínculos con el mundo adulto. La Convención de los derechos del Niño, ratificada por la Asamblea General de Naciones Unidas, (1989), fue tomada como suya por nuestro país en 1990. En tanto, el nuevo código de la Niñez y Adolescencia del Uruguay,( Ley Nº 17.823) se aprueba en 2004, lo cual ejemplifica lo corta que es la historia en su reconocimiento como personas y ciudadanos /as.
Basta en preguntarles a las generaciones que nos anteceden, en una o dos hacia atrás, para encontrar relatos que remiten a las infancias desde la falta de afectividad, de contacto, de sostén, castigo, a razón de que la cultura de ese momento, desde diversas áreas, era lo que promovía como saludable y exigía desde la educación ya sea familiar o escolar.
Ese legado, más allá de todo, viaja por canales interpersonales, es parte de nuestro árbol psicogenealógico, por esto se realizan prácticas de cuidado a los bebés que muchas veces no son conscientes, fluyen como savia, se transmiten de generación en generación de acuerdo a lo vivido con mayor o menor conciencia. Y el legado refiere también a cómo fue cuidado en su tiempo de bebé, el cuidador.
Por eso, es oportuno preguntarse: ¿a qué generación pertenezco y pertenecieron nuestros antecesores familiares?, porque de hecho no es lo mismo haber nacido en la generación pre Convención o pre Código de la Niñez o pos. La pertenencia a nuestra cultura nos ubica en territorios distintos desde lo permitido y prohibido socialmente frente a los bebés, ya que la cultura comprende también mandatos permisos o limitaciones de acuerdo al momento histórico.
Nuestras abuelas y bisabuelos bebés, vivieron quizás en grandes silencios, y sobrevivieron más allá de toda debilidad de contacto frente a la gran exigencia de ¨no malcriar¨ asociado al dar afecto.
Por eso, es que tiene mucho valor celebrar el Día Nacional del Bebé, porque es imposible pensar en un sólo ser, ya que un bebé para desarrollarse necesita la presencia física y afectiva de otro ser humano. La propuesta es dar comienzos y bienvenidas, desde lugares afectuosos, mimosos cargados de hermosas lunas de piel.


Soledad Vieytes
LICENCIADA EN PSICOLOGIA
ABY MASSAGE INTERNATIONAL
hearttouchuruguay@gmail.com

Fecha
02/10/2019
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