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Mayo/2013

Edición Mayo Nº118

Es miércoles 24 de abril, ya de noche, mientras hago una sopa juliana en la soledad de mi cocina (¡ojo! de bolsa, no se crean que soy mujer maravilla, eso se lo dejo a alguna de ustedes o a Narda Lepes), me siento triste como oyente, seguidora, y mamá. “Tengo el corazón con agujeritos” como dice la canción. ¿Cómo explicar mis lágrimas si solo la escuchaba en la radio, la conocía de vista y leí su libro el año pasado? Es que noticias como éstas, de una muerte de alguien tan joven, que nos supo transmitir valentía y alegría con cada uno de sus proyectos y sus ganas de vivir, siempre, a pesar de todo, destruyen a cualquiera. Pero también, creo, nos ayudan a reflexionar sobre lo versátil que puede ser la vida y, ojalá, a estar más atentos a no desaprovechar oportunidad alguna para disfrutarla como queramos: a solas, con nuestros hijos, padres, amigos o la compañía que sea.
Por eso quiero dedicarle este número Edición especial mellizos a Clarita Berembau. Nada es por casualidad. Una mujer admirable, luchadora innata, ejemplo de vida, una mamá valiente, una persona con una luz inigualable y enamorada de la vida, soñadora. Las palabras sobran, era mi compañera de todas las tardes en Radio Sarandi, la que me alegraba cuando estaba triste. Todos la vamos a extrañar.
También es una edición para dedicárselas a todas ustedes, lectoras, suscriptoras, seguidoras, colaboradoras, amigas, y especialmente a mi “vieja”; son todas MADRES con mayúscula. El otro día le pregunté a mi amiga Mariana (tiene 5 hijos) cómo le había ido en Semana Santa en el campo y me respondió: “Pasamos divino, lo malo es volver, acá estoy, nadando en un mar de ropa sucia”. Lo que me reí no se hacen una idea. Este relato viene al caso porque la vocación de madre se ejerce 24 horas al día, nosotros así la elegimos y la vida nos la dio como un regalo, una bendición. En ella no hay descanso, y como bien dice Isabel Allende:“tampoco esperamos nunca una retribución ni una agradecimiento por hacerlo”.
No nos quejemos tanto, que este Día de la Madre esté repleto de alegría, agradezcamos a las que, como yo, la tenemos todos los días. Dar gracias a la vida por los hijos que tenemos, aceptémoslos tal cual son, y que la Virgen María nos proteja a todas siempre.

Hasta junio,
Rosina Campomar

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