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Agosto/2017

Los regalos y el consumo

Una vez más, cuando estamos próximos a celebrar un nuevo día del niño, los papás pensamos como balancear lo que ellos quieren con lo realmente podemos y nos gustaría regalarles. Nos encontramos en una época de cambios en lo referido a los modelos socioeconómicos que provocan efectos significativos en lo social, en los valores culturales, las modalidades discursivas, los vínculos y por ende, en la estructuración de la subjetividad de todos los seres humanos, incluidos los niños.

Estos cambios a los que nos enfrentamos, tienen que ver con el sentido de la competitividad, que está presente en todos en mayor o menor medida. A diferentes edades se manifestará de diversas formas. Cuando los niños se van institucionalizando, van siendo conscientes de lo que los demás tienen y muestran, eso despierta las ganas de “ser como” el otro y por lo tanto poseer lo que el otro tiene. Sucede que muchas veces las realidades interfamiliares son diferentes, así como los intereses y valores de cada familia. Esto es lo difícil de comprender por parte de los más pequeños de la casa.
Ellos, y todos, recibimos diariamente mensaje a través de la televisión y otros medios masivos de comunicación, sumado a los lugares de consumo donde se exhiben todo tipo de atractivos, que despiertan su constante interés. Los niños constituyen una categoría de consumidores particularmente ávida de productos nuevos, y las actuales tendencias de marketing, tienen que capturar, lo antes posible esta clientela, como un objetivo estratégico. Los jóvenes consumidores de hoy en día, serán los futuros consumidores adultos del mañana y las grandes estrategias crean desde la cuna hábitos de consumo, tales como la fidelidad a una marca, y en los más pequeños un lazo afectivo con la misma.
En la actualidad, sumado a esta situación, encontramos la tecnología y su constante y permanente avance, en donde los que frecuentemente están muy avanzados en esta área son los niños con respecto a sus padres. Ellos eligen, piden, usan y hasta nos enseñan a nosotros los adultos. ¿Qué pasa con esto? Se produce más tecnología de lo que se demanda, y esto recepcionado por nuestros niños se convierte en una demanda permanente de pedidos.
Ahora bien podemos preguntarnos también ¿por qué compramos los adultos? ¿Cuál es el verdadero motivo que nos impulsa? Puede ser por no sentirnos culpables de estar poco tiempo en casa, por reivindicar propios deseos antiguos de nuestra niñez, por querer darles cosas que nosotros no tuvimos de pequeños. Infinitas son las preguntas, pero creo que la respuesta se reduce en que les estamos indiciando un patrón de conducta: el consumismo. Algo que ellos seguramente repetirán en un futuro.

Consideraciones:
* A medida que se produce su crecimiento, el niño va madurando y desarrollándose, y demandando todo el tiempo. Esa es una conducta totalmente normal, simplemente que no es posible desde nuestro lugar satisfacer todas esas demandas, y tampoco es sano para el niño.
Los niños necesitan frustrarse, y de esas frustraciones se van a nutrir para fortalecer su personalidad, crear una sana autoestima, y poder afrontar frustraciones que se le presenten mas adelante. Por otra parte necesitan aprender a desear, ¿y como se aprende? Justamente cuando se crea una necesidad. Pero si nosotros como padres satisfacemos necesidades antes de que estas surjan, no van a conocer lo que es el deseo.

Los niños son considerados como agentes activos de consumo. En algunas edades un poco más avanzadas tienen noción de dicho rol, podrán, con la ayuda del adulto, tomar decisiones de compra más conscientes y elegir las opciones que más les atraigan.

* Todos seguramente conocemos personas a las cuales llamamos “compradores compulsivos”. Este comportamiento lo podemos prevenir, ¿cómo? No comprando todo lo que los chicos demanden y en el momento preciso que lo piden. Evaluamos juntos en ese momento si es lo que realmente le gusta o prefiere elegir otra cosa, y así le estaremos enseñando tomarse su tiempo y pensar antes de pedir o comprar.

* No alimentemos una fantasía en el niño que pide un regalo, si sabemos de antemano que no vamos a poder complacerlo. Con esta acción conseguiremos que se ilusionen y pongan todas sus expectativas en algo que llegado el momento no le daremos y seguramente le quitará valor a lo que si elegimos para el. Negociemos con ellos, ese regalo tan exclusivo que piden y que no está dentro de nuestras posibilidades y no inmediatamente pero si más tarde podrán expresar otras cosas de su agrado.

El valor de un regalo seguramente no es el económico, sino el significado que cada uno le impregne al mismo.



Lic. Sandra Jegerlehner
PSICÓLOGA
pssandra@adinet.com.uy


 


 

Fecha
02/08/2017
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