Antes de comenzar a hablar de la Neofobia Alimentaria, aclaramos a que nos referimos cuando hablamos de alimento.
La FAO* define como alimento “…al producto natural o elaborado, susceptible de ser ingerido y digerido, cuyas características lo hacen apto y agradable al consumo, constituido por una mezcla de nutrientes que cumplen determinadas funciones en el organismo.”
Los alimentos no solo cumplen la función de nutrirnos, sino también los asociamos a un recuerdo. Ese recuerdo de cuando éramos chicos; cuando nuestra madre nos preparaba una “sopita” cuando estábamos enfermos o nuestra abuela sus “galletitas para la hora de la merienda”.
Los alimentos también cumplen esa función de asociarlos a un recuerdo, a una persona, a una experiencia positiva o experiencia negativa. Es por esto la importancia de una correcta incorporación de alimentos en las etapas tempranas.
¿Qué es la neofobia alimentaria?
En el momento que nos enfrentamos a lo nuevo, a todo aquello que nos resulta desconocido, siempre nos genera cierta sensación de inseguridad, tensión, nerviosismo la cual es una respuesta normal a lo que no conocemos. Estas inquietudes que nosotros, los adultos, tenemos a lo que no conocemos, también la tienen nuestros bebés y niños cuando se enfrentan a la incorporación de nuevos alimentos. Está en nosotros evitar que no se genere una fobia también. El rechazo a los nuevos alimentos se lo conoce como Neofobia Alimentaria. Se puede presentar cuando empezamos con la incorporación de la alimentación complementaria, como también cuando ya es capaz elegir sus alimentos.
¿Cómo podemos evitarlo? ¿Qué debo hacer?
Tres tips para manejarlo
1. UNO A LA VEZ
Llegó el momento en que nuestro bebé comienza con la alimentación complementaria. Una nueva etapa en la cual empieza a descubrir por medio de los alimentos nuevos sabores, texturas, olores y colores. Es importante que tenga la posibilidad de explorar, por lo que es recomendable que la incorporación de alimentos sea de uno por vez y de la consistencia adecuada para evitar que se ahogue o que presente un malestar.
No entremos en pánico, si el primer alimento que le ofrecemos no le gusta no debemos obligarlo a comer, intentemos con otro y una vez que el segundo fue aceptado tratar de mezclarlo con el primero para buscar una combinación perfecta del sabor para nuestro hijo. Así evitamos el rechazo inmediato del primer alimento.
2. Que la mala experiencia, no se convierta en un rechazo
Muchas veces nuestros hijos asocian una acción a un momento, por lo que si ocurrió un accidente con un alimento ya le va a generar rechazo o miedo. Es por eso que las consistencias, trozos y tipos de alimentos sean de acuerdo a la edad. Tenemos que tener en cuenta que el sistema digestivo de nuestro hijo va madurando a medida que va creciendo es por esto que existe cierto orden de incorporación de alimentos.
Si se presenta un percance con un alimento por ejemplo: no lo pudo tragar bien, se le pegó en el paladar y generó una reacción incómoda, lo que provocó que el pequeño se asuste, es recomendable no obligarlo a comer y dejar pasar un breve tiempo para volverlo a ofrecer, tratando de mezclarlo con otro alimento, cambiar la presentación o en su defecto cambiar la consistencia.
3. “Si comes el brócoli, comes helado”
Ocupar este tipo de metodología no es la mejor idea para motivarlos a probar nuevos alimentos, al contrario esto le genera a nuestro hijo cierto rechazo debido que tuvo que comerlo con cierto sacrificio para obtener una recompensa.
Si en el momento de ofrecer los alimentos hay cierto rechazo, no hay que castigarlo, ni tratar de llegar a un acuerdo y mucho menos obligarlo. Debemos tener paciencia.
Una buena táctica es dejar el plato a la vista para que por sí solo le de curiosidad probar y oler.
Es importante recordar que, al brindar la mayor variedad de alimentos les estamos dando una alimentación más equilibrada y aportando los nutrientes necesarios para su crecimiento.
Lic. Leticia Tamayo A.
LIC. EN NUTRICIÓN
tamayoaguirre.l@gmail.com
