El embarazo es un fenómeno normal, que se enmarca en una cultura que le brinda diversos sentidos y vivencias a la madre, donde frente a la experiencia de la maternidad, reedita los conflictos vividos en su infancia, en el encuentro con sus propios padres.
El proceso de embarazo produce cambios en todas las esferas de nuestra persona, modificaciones necesarias que nos permiten alojar otra vida, produciéndose una simbiosis, un compromiso de cuidado con el bebé, a quien le iremos depositando todas nuestras fantasías. Es especialmente en el último trimestre donde los temores y ansiedades se harán más presentes, y donde el ambiente será facilitador de mecanismos que ayuden a instrumentar las angustias. Esta anticipación, en el cuerpo y en la mente, nos brindará herramientas para la espera del bebé, teniendo así la posibilidad de imaginarlo, de crear un lugar físico y psíquico para esperarlo, preparando un dormitorio, pero también un pensamiento donde acunarlo.
¿Y qué pasa cuando nace?
Cuando el bebé llega al hogar, es que comienza la verdadera magia, y conocemos el amor sin límites, reconocemos que nada de lo que sentimos antes es igual a lo que se aloja en nuestro corazón cuando sostenemos a nuestro bebé. Pero no todo es color de rosa, también llegan los desencuentros, las noches sin dormir, la responsabilidad de la alimentación que parecería recaer solamente en nosotras, y el amor es inmenso, pero también abrumador. Encontramos entonces que dar de mamar, no es siempre sentarse en una mecedora a compartir un momento único con el bebé, en un espacio tierno y construido para él, muchas veces en un ómnibus, rumbo a un trabajo mal remunerado, con dificultades económicas y familiares. Muchas veces es doloroso, y dificultoso, donde no hay leche, y la desesperación produce una ruptura con la fantasía de ser uno con el otro, con la necesidad de poder responder a ese que me necesita a mí por sobre todas las personas. Aparece también el llanto, ese que no siempre sabemos el motivo por el que se produce, y donde el sexto sentido maternal se ve atravesado por la vida cotidiana, por las preocupaciones. No siempre se está disponible psíquicamente, y es parte de la vida también, es necesario normalizar que frente al nacimiento de un bebé también nace una madre, un rol, un lugar en el mundo, que hasta el momento se desconocía.
¿Y qué podemos hacer entonces?
Estos desencuentros privilegian la aparición y creación de espacios grupales donde se organice un maternaje comunitario, una red de mujeres que compartamos y acompañemos desde la experiencia que se carga del saber popular, y también desde el académico, con profesionales que sostengan este nuevo transitar, este acompañamiento amoroso de unas con otras. Encontraremos entonces instancias de preparación al parto donde junto a otras mamás, Doulas y diversos técnicos, podremos poner en palabras nuestros miedos y dudas, así como talleres de estimulación temprana junto a nuestro bebé, que nos ayuden a transitar esta hermosa experiencia.
Debemos tener presente entonces que, ante todas las dificultades, finalmente, lo más importante que podemos hacer por nuestros hijos es brindarles amor y compañía, donde en estos primeros momentos seremos las figuras de las cuales se sirvan para ir conociendo el entorno, y para formarse como seres empáticos, como ciudadanos del mundo a partir de nuestro amor y paciencia. Iremos juntos descubriéndolo, equivocándonos, cayéndonos pero también levantándonos, nosotras y ellos, recorriendo el camino de la vida, el camino de ser madre.
CALETA
Centro Interdisciplinario
Ana Lía Bachini - Lic. en Psicomotricidad
Lucía Gómez Aguirre - Lic. en Psicología
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